El martes 11 de noviembre rendimos Homenaje a nuestra compañera Magali. El salón de actos se llenó con su familia, sus compañeros, los padres y sus alumnos. Todos rememoramos con emoción a la Magali persona y profesional.
Dos de sus alumnas quisieron recordar la impronta que dejo en ellas con un texto muy intenso.
Malditos
adolescentes. Así se
llamaba el grupo de teatro del que tuve la suerte de formar parte durante los años
de instituto. Magali vino a vernos a alguna función.
El nombre de la compañía era el título
de uno de los muchos libros que ella nos descubrió y describía
en buena medida lo que éramos por aquel entonces. Comenzábamos
a ser adultos sin llegar a serlo y eso nos daba vértigo;
todo nos rebotaba por dentro y por fuera, había
mucho por cambiar y a menudo nos sentíamos
incomprendidos.
La adolescencia es
una época preciosa y emocionante pero
enfrentarse a ella desde fuera no es fácil.
Sin embargo (y afortunadamente) hay algunos valientes que día
a día se enfrentan a esos malditos
adolescentes; les escuchan y les enseñan,
les ofrecen recursos para enfrentarse a la vida que ha dejado de ser para ellos
un cuento infantil.
Magali fue la
valiente que a mí me
tocó. Fue ella la que hizo más
fácil el paso del cole al instituto. Su
mesa estrictamente ordenada era reflejo de la calma y la tranquilidad con las
que, cada día, afrontaba su trabajo. Nos enseñó lengua y literatura con paciencia y pasión,
pero sobre todo, nos enseñó a
ser buenas personas.
Escribir siempre me
gustó y
recuerdo con ilusión la cantidad de redacciones que hicimos
con Magali. Si hoy se mantiene mi entusiasmo por la escritura es, en parte,
gracias a ella. Ella fue mi tutora durante dos años
e hizo que hoy, mucho tiempo después de mi maldita
adolescencia, le siga guardando un gran cariño.
Muchas gracias
maestra.
Marta Mangado Martínez
Siempre he pensado que una buena educación
es la mejor guía para saber qué camino seguir en el mapa de la vida. Yo tengo la
suerte de recorrer un sendero que me apasiona gracias a profesoras como Magali.
Ella fue una de las personas que me inculcó
el amor por mi trabajo y me animó
a descubrir que merece la pena hacer lo que a uno le gusta. Porque, además
de ser una profesora admirable, era una gran persona.
Recuerdo que un día,
ordenando trastos en mi habitación, encontré un texto que Magali nos mandó escribir en 1º de E.S.O. En él,
teníamos que contarle qué queríamos estudiar y por qué.
Yo escribí que quería ser periodista. Ahora, doce o trece años
después, soy periodista, y no puedo evitar
sonreír cada vez que releo esa redacción.
Quizás porque sé que un trocito de lo que he conseguido (o mucho)
se lo debo a ella. Así que
hoy solo puede decirle una cosa: gracias por haberte cruzado en mi camino.
Alexandra López Navarro